Boletín 26 | Que voten los que emigraron: cinco discusiones pendientes (y II)

Primera quincena, septiembre de 2019

La garantía del derecho al sufragio, hemos dicho, constituye un desafío de cara a los millones de venezolanos en el exterior. En esta segunda entrega ponemos el acento en los asuntos sobre los cuales los actores, en debate abierto con la sociedad, tendrán que decidir

Venezolanos en Nueva York participando en la elección presidencial del 20 de mayo. Foto VOA

Unas próximas elecciones, en el contexto de la ola migratoria que padece Venezuela, deben garantizar que los nacionales en el exterior puedan ejercer su derecho al voto. Una premisa que pasa por la necesidad de que los actores involucrados decidan sobre varios temas. Para que el proceso funcione bien, discusiones como las cinco que a continuación se ponen sobre la mesa deberían quedar claras y ser resueltas con suficiente tiempo. Más que sentencias, lo que sigue son planteamientos necesarios:

1. El registro

La inscripción como electores de los venezolanos en el exterior se encuentra con, por lo menos, estos tres desafíos:cómo hacer el registro (si presencial, como ha sido, o a distancia con el uso de algún tipo de recurso tecnológico), dónde hacerlo (si en sedes consulares, como hasta ahora, o en otros espacios) y cuáles documentos pedir (si la residencia legal en ese país receptor, como indica la legislación, o los mismos que si estuvieran en el territorio nacional).

El cómo hacer el registro contempla distintas modalidades: algunos países lo cumplen de manera presencial, en sus oficinas diplomáticas, como las embajadas y los consulados. Otros, en cambio, lo han ampliado a modalidades por correo o incluso a través de internet.

El lugar de ese registro también importa. ¿El venezolano migrante podría votar solamente en el sitio donde se registre, o podría hacer un registro general para sufragar en cualquier sede de las habilitadas en el mundo?

Hasta ahora Venezuela ha hecho este registro en sus sedes diplomáticas y los inscritos votan donde se registraron. Pero, como calcula Naciones Unidas, hasta septiembre de 2019 cifraban en más de 4 millones los migrantes venezolanos regados por el mundo. Un panorama inédito.

De esos más de 4 millones, seguramente cumplirán con los requisitos para ser electores (tener 18 años o más) algo más de 2 millones. Ese volumen de potenciales electores supera el 10% del registro electoral.

Cuáles documentos pedirles también entra en las consideraciones. El artículo 124 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales dice que solo podrán sufragar en el exterior los electores que posean residencia o cualquier otro régimen que denote legalidad de permanencia en el país de acogida. En el proceso más reciente (presidenciales 2013) los inscritos con esta condición no llegaban a 110.000. En la información proporcionada por el CNE para las elecciones del 20-M de 2018, esta información (número de inscritos y de votantes desde el exterior) no aparece.

En algunos países el registro está abierto de manera permanente, y en otros solo por periodos. En cualquier caso, tiene sentido que este registro sea cerrado en una determinada fecha antes de unas elecciones, porque a lo interno la autoridad electoral debe auditar.

Finalmente, una vez definido este registro, otra tarea subyacente sería cuántos electores pueden ser agrupados por mesa. Esto ayudaría a dimensionar la infraestructura electoral a armar.

2. Cómo votan

Implica decisiones acerca de un voto presencial, a distancia (por internet y/o por correo), o incluso una modalidad mixta.

La respuesta al cómo se vote influirá, significativamente, en la cantidad de electores que ejercerían su derecho. En términos de posibilidades, un voto presencial genera más confianza, pero impone más barreras a la participación; en tanto que un voto digital suele despertar en los electores menos confianza, pero permitiría vencer esas barreras de desplazamiento físico impuestas por conceptos de movilidad, trabajo y/o recursos.

El voto por internet “solo se puede tener en cuenta en situaciones donde haya disponible una infraestructura relativamente sofisticada tecnológica y administrativamente, que permita la identificación segura del votante”, recomienda el informe“Voto en el Extranjero: Breve Descripción”, de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales, IFES, (2012).

Sobre otra opción, el voto por correo, opinan que su vulnerabilidad al fraude “provoca preocupación por la integridad de la votación en el extranjero, con implicaciones potenciales en la aceptación de los resultados electorales”.

Dentro de la modalidad presencial, en este apartado también debe incluirse la decisión de un voto manual o automatizado en el exterior. Hasta ahora, los venezolanos en el mundo han votado de forma manual. Dado el formidable incremento de potenciales electores desde el exterior, en unas próximas elecciones presidenciales es menester que, con tiempo, se valore el enorme esfuerzo que se requerirá del Poder Electoral para desplegar una infraestructura que garantizar el derecho al sufragio de la mayoría de esos conciudadanos.

3. Dónde votan

El voto en el exterior de Venezuela ha sido en sus embajadas y consulados del mundo. La República cuenta con representaciones diplomáticas en 92 países, según el informe“El Voto en el Extranjero en 18 países de América Latina”, del INE de México y el PNUD (2016).

Parece un número insuficiente de sedes. No en sí mismas porque, en comparación con otros de la región, el país no sale mal parado en infraestructura diplomática. Parece, sin embargo, insuficiente, a la luz de los millones de nacionales dispersos por el mundo.

Los consulados, además, ha sido históricamente distribuidos con una lógica geopolítica, al servicio de la política exterior de la nación, una lógica distinta a la localización de la población migrante. Dicho de otro modo, esta configuración de sedes diplomáticas no necesariamente atiende la necesidad de que este conglomerado realmente pueda votar.

¿Se debería generar un mecanismo que establezca puntos de votación donde el flujo de venezolanos migrantes lo amerite? El caso Honduras puede ser “un ejemplo extremo”: “Desde la adopción de su dispositivo de voto en el extranjero en 2001, su aplicación (registro y votación) se ha mantenido circunscrito a las ciudades de los Estados Unidos donde tiene representaciones consulares”, y nada más, según aporta el informe INE-PNUD (2016).

¿Se podría, acaso, escoger en cuáles países sí y en cuáles no hacer una elección? Brasil, ilustra el mismo documento, también es un caso de estudio en la materia: “Si bien el registro es procedente ante todas sus representaciones diplomáticas en el extranjero, para que se habiliten mesas de votación es indispensable que exista un mínimo de 30 electores registrados”.

El caso Colombia también ayuda a ilustrar: sus autoridades han dicho que más de 1,4 millones de venezolanos viven en el país vecino, pero existen alrededor de una decena de consulados. ¿Serían suficientes para que todos, o por lo menos la mayoría posible, vote? ¿Están bien distribuidos geográficamente para afrontar este novedoso reto?

Pensar en votaciones fuera de las sedes diplomáticas supondría una complicación adicional: el acto de sufragio es un hecho que, por soberano, se cumple en embajadas y consulados en tanto representación del territorio venezolano en el exterior. Pero, puertas afuera, cada Estado ejerce soberanía sobre su territorio. En caso de hipotéticos acuerdos sobre esta materia, ¿todos los Estados responderían con la misma apertura, o ese apoyo sería desigual?

Colombianos en Venezuela ejerciendo su derecho al voto en 2014. Foto Cancillería de Colombia

4. Cuándo votan

El lapso está asociado con el mecanismo de votación. Aunque en Venezuela la tradición dicta que las votaciones se realizan en simultáneo en un mismo día, en nuestro caso domingo, en otros países las fechas pueden ser más holgadas, como en Colombia, en cuyo sistema sus nacionales en el exterior disponen de una semana para ir al consulado a expresarse.

Lo importante aquí, en todo caso, sería repensar horario y cronograma de funcionamiento de las mesas en el exterior, dentro de un calendario electoral.

El documento del IFES (2012) alecciona que, por lo general, la votación fuera del país necesita más tiempo para el registro, la votación y el recuento que la votación en el país, sobre todo en función de la distribución geográfica de los votantes potenciales. “La experiencia demuestra que puede tomar entre 9 y 12 meses gestionar un proceso inclusivo de voto por correo y de 6 meses a 9 para votar en persona”, calculan.

5. Para cuáles elecciones votan

Es casi absoluto el consenso en torno a la idea de que, en Venezuela, el voto en el exterior sea ejercido únicamente para aquellas elecciones en las cuales la circunscripción sea el país entero (ejemplos: presidenciales y consultas nacionales), y no en elecciones subnacionales (como nuestras parlamentarias, con sus circunscripciones, y las regionales o locales).
115 países del mundo permiten el voto en el extranjero para distintos tipos de elecciones, de acuerdo con el documento“Voto en el extranjero. El manual de IDEA Internacional” (2008). Venezuela está dentro de un grupo de 14 naciones, entre las cuales también se cuentan Brasil, Ecuador y México, que solo lo permiten para elecciones presidenciales. Aclara el informe que su diferenciación entre la aplicación a elecciones legislativas y presidenciales no toma en cuenta las importantes condicionantes que impone la forma de gobierno, para así darle mayor rigor a esa distinción.

A modo de conclusión, todos los planteamientos anteriores, e incluso otros más que surjan, pasan por criterios comunes, como la disponibilidad de recursos. Pero, en el fondo, para unas buenas elecciones será fundamental un acuerdo político nacional que permita que estas gocen de carácter libre, competitivo y transparente. Mientras esto no ocurra, resultará cuesta arriba hacer unas elecciones que permitan el voto mayoritario de los venezolanos en el exterior en términos equiparables al fenómeno migratorio.


El “voto inteligente” de la oposición moscovita

“Voto inteligente”. Así conoce la opinión pública de Rusia la estrategia del líder de la oposición, Alexéi Navalni, para rebajar el poder político del partido de gobierno, Rusia Unida. En las elecciones municipales del 8 de septiembre esto habría surtido efecto para la asamblea legislativa de Moscú, reseñan agencias como la española EFE. Allí lograron 20 escaños, de los 45 en juego.

Con los restantes 25 escaños, los diputados pro-Kremlin aún mantienen dominio en la Asamblea moscovita. Pero, en relación con la legislatura pasada, en la cual aglutinaban 38 de esos 45 escaños, el 8-S perdieron un tercio de sus elegidos y volvieron más frágil su mayoría.

Fueron unas elecciones desiguales, signadas por protestas luego de que la autoridad electoral de Rusia rechazó 57 candidaturas de la oposición. Como indicaba el Boletín OEV Nº 24, en esa nación se pide a los aspirantes la recolección de firmas y, en este caso, las autoridades acusaron a los opositores de incluir en sus listas a más de 300 “almas muertas” y a casi 10.000 personas inexistentes, números que superaron el umbral de firmas inválidas permitidas por la norma.

Esta noticia recuerda hechos de la historia electoral reciente en Venezuela: en el caso del intento de promover la convocatoria a un referéndum revocatorio presidencial (2016), el rigor con el cual el CNE revisó y exigió una reválida de las firmas de los promotores de la iniciativa no tiene comparación con, por ejemplo, la opacidad que caracterizó la recolección y entrega de firmas para la inscripción de la candidatura presidencial de Javier Bertucci (2018).

Una vez asumido que no podían participar en las elecciones, Navalni y sus afines pasaron a la estrategia del “voto inteligente”: esto es, “recomendaron a los votantes en una página web el candidato con más posibilidades de derrotar al representante de la formación oficialista”, esto, sin importar su partido, explica EFE.

Así, 13 candidatos del Partido Comunista (opositor) entrarán en la asamblea legislativa de Moscú, así como los tres que postuló el también opositor partido Yábloko, además de Daria Besdina, que se presentó como independiente, pero que es apoyada por el partido liberal.

Un hombre en un colegio electoral durante las elecciones de Moscú. Foto Reuters

EN DATOS
>La participación fue de apenas el 21,63 %, ligeramente superior a los comicios de 2014.
>Los candidatos del oficialista Rusia Unida no se presentaron a las elecciones de Moscú bajo la marca del partido, sino a título personal, ante la caída de popularidad del partido oficialista.
>El 8 de septiembre se elegían cuatro diputados para cubrir escaños vacantes en la Duma del Estado (Parlamento), los gobernadores de 19 regiones, las asambleas legislativas de 13 entidades de la Federación Rusa y un gran número de consistorios municipales. El oficialismo dominó la contienda. (vía EFE)


#EntreComillas

“El Día de la Democracia es un buen momento para instar a todos los gobiernos a respetar el derecho de sus ciudadanos a una participación activa, sustantiva y significativa en la democracia”

Era el exhorto de Naciones Unidas para este 15 de septiembre, Día Internacional de la democracia. El tema de este año: la participación.

Alguna expresión reduccionista, que en alguna medida ha calado en nuestros sistemas políticos de América Latina, pregona que en un país hay democracia sencillamente porque hay elecciones. ¿Elecciones = democracia? ¿Será la fórmula así de sencilla?

La ONU compara la “verdadera democracia” con “una calle de doble sentido, que se construye sobre un diálogo constante entre la sociedad civil y la clase política”. Este diálogo, además, debe tener una influencia real en las decisiones políticas.

La fórmula, entonces, se agranda. Primero, no son solo elecciones. Son elecciones libres, competitivas, transparentes, periódicas y verdaderamente directas, universales y secretas. Nuestras elecciones deben ser buenas elecciones, y la participación en ellas es fundamental.

Y, más allá del voto, la fórmula de la democracia se amplía con la participación política, el espacio cívico y el diálogo social, estado de derecho, respeto a los derechos humanos y separación de poderes, todos cimientos de la buena gobernanza.

Aun así, advierte la ONU, en la actualidad el espacio cívico se está reduciendo en todo el mundo a un ritmo alarmante. Los activistas de la sociedad civil tienen cada vez más dificultades para operar. Los defensores de derechos humanos y los parlamentarios están bajo ataque. Las mujeres siguen estando muy poco representadas. Y los periodistas ven cómo su trabajo sufre intervenciones y, en algunos casos, incluso son víctimas de actos violentos.

PARA SABER MÁS | Naciones Unidas aprobó la efeméride en 2007 y se celebra desde 2008. Coincide con la adopción, entre el 11 y el 16 de septiembre, pero de 1997, de la ‘Declaración universal sobre la democracia’ por parte de la Unión Interparlamentaria. CLIC aquí para revisar este documento.


#ElDatoOEV

33%

sería la intención de voto que, de momento, empata técnicamente a liberales (en el poder) y conservadores (oposición) de Canadá, según la radiotelevisión pública de ese país. El pasado miércoles 11 de septiembre el primer ministro, Justin Trudeau, disolvió el Parlamento y convocó a elecciones generales para el próximo 21 de octubre (Vía El Espectador).
Trudeau se juega su futuro tras cuatro años. En meses recientes se vio salpicado por un escándalo político. Canadá es uno de los países que ha desconocido a Nicolás Maduro y ha apoyado a Juan Guaidó.

Recomendación al cierre

El director del Observatorio Electoral Venezolano, Luis E. Lander, y la directora de la cátedra Libre Democracia, Elecciones y Comunicación de la Universidad Central de Venezuela, Eglée González-Lobato, construyeron para este trabajo de Efecto Cocuyo siete claves para que una elección presidencial cuente con garantías. (Si no pudiera visualizarlo producto de los bloqueos, recomendamos la descarga de un VPN, como Psiphon).

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